El doctor Arrwsmith.
Había un hombre muy sabio a los
que todos los habitantes del pueblo pedían consejo antes de comenzar alguna
tarea. Un día se presentó en casa del sabio un joven del pueblo que decía estar
muy bien dispuesto a aprender y ayudar a los demás, pidiéndole que le
permitiese ser su sirviente y así pagaría lo que aprendiese junto a él. El
sabio aconsejó al joven que la sabiduría no se consigue únicamente con mirar,
que hay que dar. Y por último le dijo.
- Debes de trabajar con la gente,
escucharlos y observar cómo solucionan sus problemas-.
El joven así lo hizo. Se fue con
los campesinos, les ayudaba, les escuchaba y veía como solucionaban los
problemas. Allí con ellos conoció a una joven que estaba haciendo lo mismo que
él, enseguida congeniaron y se casaron. El joven se quedó a vivir con los
padres de ella sin perder en ningún momento su propósito.
Un día en el pueblo hubo una
epidemia de ganado vacuno donde las vacas morían sin una razón clara. Un amigo
suyo que tenía ganado le comentó.
- Les doy a las vacas una pócima
que ha recomendado el sabio que al principio las reanima, pero el resultado
final es el mismo-.
El joven pensó para sí.
-¿Y si el problema no está en la
pócima, sino en la cantidad que se le administra?.
Llamó a su amigo y le dijo.
-Mira, vas a dividir tu ganado en
cuatro grupos. Al primero le darás la pócima como hasta ahora, al segundo la
mitad de la anterior, al tercero la mitad de la mitad del primer grupo y al
cuarto no les des nada.
Así lo hicieron y vieron que era
el tercer grupo de vacas el que sobrevivió. El éxito de ese experimento se
extendió por todo el pueblo y los vecinos aplicaron la pócima en las cantidades
que el joven había descubierto.
Esto llegó a oídos del sabio que
le dijo que podía trabajar junto a él. El joven con su esposa se fueron a vivir
con el viejo. El matrimonio en su afán de aprender no dejaban de escuchar y observar
lo que el anciano hacía; y así empezaron a impartir consejos.
Un día experimentando con unos
frascos que estaban llenos de algas en descomposición observó el joven que uno
de los jarros tenía el agua clara. No sabía la razón pero había un compuesto
que limpiaba el líquido. Esto corrió por todo el pueblo y le hizo muy popular
hasta que los vecinos supieron que un sabio del pueblo de al lado ya lo había
descubierto. Y como no supieron darle aplicación, tanto el joven como el
experimento pasaron al olvido.
La vida seguía normal hasta que un
año las cosechas empezaron a escasear ya que no había llovido ese invierno ni
después en la primavera, el grano escaseaba. Todos tenían hambre y hasta las
ratas salían a buscar comida, metiéndose en las casas. Hubo que extremar la
limpieza, pero aún así alguna rata enferma mordió a las personas que también
enfermaron. Así comenzó una epidemia en el pueblo.
El viejo sabio sacó todas las
pócimas que conocía pero no lograron atajar la enfermedad por lo que los
vecinos se morían. El joven sugirió al anciano que se podría aplicar el líquido
que logró limpiar las algas de moho, pero no sabían en qué cantidad. El sabio
sugirió que se podría dividir a la población en cuatro grupos e impartir las
cantidades. El joven que sabía que el resultado podía ser de muerte dijo que
era una responsabilidad muy grande y que se debía de buscar voluntarios.
Se reunió a los vecinos y ninguno
se ofreció todos alegaron y con razón que no se podían tomar un veneno como
medicina, ya que nadie sabía su resultado. La enfermedad era incierta, pero el
veneno era una muerte cierta. En el pueblo seguían muriendo vecinos y casa
quemadas para desinfectar. La ruina y la enfermedad se extendían por todos
lados. El joven quería salvar al pueblo y se ofreció a tomar la dosis grande, el
anciano en nombre del saber se ofreció como voluntario a tomar la mitad de la
dosis y el amigo ganadero se consideraba que su prosperidad de ahora, era fruto del trabajo de los demás, y en nombre
de la prosperidad futura de su familia, se tomaría la mitad de la mitad de la
dosis grande. La mujer del joven estaba espantada e inquieta y se fue al pajar
a llorar su desesperación y en esto que le mordió una rata. La mujer ante la
incertidumbre de la enfermedad se fue corriendo a donde estaban los hombres dispuestos
a tomarse sus respectivas dosis y cogiendo la parte de su marido se la tomó,
mientras que llorando decía.
No te preocupes amado, yo he sido
mordida por la rata.
El efecto de la dosis fue claro, y
casi inmediato, ya que sobrevivieron, de los tres que tomaron la dosis
únicamente el amigo. El joven que no tomó nada estaba a punto de morir, tenía
unas fiebres muy altas y no paraba de delirar. El amigo le dio la dosis que él
había tomado, el joven se curó. En el
pueblo comenzaron a tomar la dosis correcta, por lo que se eliminó la
enfermedad. Al marido desconsolado querían llenarlo de regalos y darle los
honores de sabio. Pero el joven renunció a todo y se fue a las montañas a
cuidar ovejas y en la soledad de las alturas lloró a su desventurada esposa.
Me ha gustado mucho, tu relato,y pienso que cuando se piensa en una solución, en una causa importante,vale la pena investigar...la lástima. es que a veces se paga caro.
ResponderEliminarCarlos, te felicito porque lo has expuesto muy bien.
Un fuerte abrazo
Caramba Leo! pensaba leértelo mañana. Tampoco pensaba que abrirías el blog (como pongo tan poco). Me ha gustado tu comentario y has llegado al fondo del asunto. El relato está sugerido por el título de la película. Aunque la película no es así como lo cuento las ideas principales están ahí. Gracias, es un proyecto que me he propuesto hacer: reducir una película al esquema de un cuento, ya ves que no hay ni psicología, ni ambientes geográficos concretos, sólo hay hechos y caracteres primarios.
Eliminarte vuelvo a dar las gracias y cuídate, Un abrazo de Rosana y mio