5/02/2014
Erase un reino que
había sido conquistado por un reyezuelo que tenía a sus nuevos súbditos aún
atemorizados; les ponía unos impuestos abusivos que con grandes esfuerzos
podían pagar. El reyezuelo tenía dos hijos, Iván, el primogénito estaba casado
con una princesa muy hermosa que no le había dado ningún hijo hasta el momento.
La otra hija, Elvira, ya en edad de casar, pasaba más horas en casa del
príncipe Elías, destronado, que en palacio.
Elías, nunca vio a
su padre reinar. Su madre, la que fue reina, llevaba la casa con mano de hierro
y no perdonaba al usurpador; y admitía las visitas de Elvira con un cierto
malestar. El hijo era de salud quebradiza, y prefería las veladas en casa
oyendo algún que otro trovador, que montar a caballo o ir de caza. La princesa
Elvira sentía una gran admiración por Elías y en su fantasía esperaba un
compromiso de boda que no llegaba.
Un día llegó al
reino un joven caballero con fama de pendenciero y embaucador, conocido como
Otón el rojo, del que las malas lenguas decían que el apodo no era por su pelo,
sino por sus aficiones de pirómano. Encontrándose Otón en el bosque a pie
sujetando su caballo por la brida y buscando comida, estaba cazando un conejo
al que había malherido con su flecha, pero cuando iba a recoger la pieza un
halcón se la llevó por los aires. Corriendo detrás del ave se topó con Iván, su
esposa y Elvira, los tres a caballo miraban cómo el cetrero le quitaba al
halcón la pieza herida del pico. Otón reclamó el conejo alegando que aún tenía
la flecha que le había disparado y que tenía más derechos sobre él que el
príncipe. Iván le dijo:
- Mi halcón ha
cazado el conejo y además tengo una razón de mayor peso, extranjero; estás
cazando en mi coto de caza-.
A lo que contesto
Otón:
- Soy un servidor
de su Majestad (e inclinándose) y desconocía las costumbres de vuestro reino,
pero en el mío cuando un caballero caza un animal en tierra de nadie, y creo
que el rio lo es, ya que lo compartimos varios reinos, lo que prima es quién
hirió primero al conejo. El halcón de su Majestad cogió mi pieza cuando ésta ya
estaba abatida en el suelo.
Las dos mujeres se
echaron a reír al oír el descaro de Otón. Elvira le dijo:
- Eso os lo habéis
inventado-.
Otón se fijó en la
belleza de la esposa de Iván, pero le deslumbró la perspicacia de Elvira, que
estaba desarmando su argumento; pero no se amilanó y le dijo:
- Señora, acepto
humildemente su veredicto y es tanta mi hambre que ofrezco en compensación mi
caballo, siempre que estéis dispuesta a darme el conejo-.
Las dos mujeres se
fueron riendo del lugar. Sólo Iván codicioso y viendo una ganancia fácil aceptó
el trato.
Cuando llegó a
palacio con el caballo, le dijo a su padre:
- Mira lo que le he
ganado a un caballero en el bosque-.
El rey miró a su
hijo con indignación:
- Hijo, te han
engañado, este caballo es de nuestras cuadras. Ahora mismo voy a buscar a ese
embaucador-.
El rey salió en
busca de Otón, al que encontró en medio del puente que cruzaba el rio. El
anciano observó al joven, vigoroso y con aire despierto. Y le dijo así:
- Venía a
castigarte, pero te voy a dar una oportunidad, ya que hay algo en ti que me
recuerda a mi pasado. Te voy a hacer responsable de cobrar los impuestos de
paso de este puente, cada día me darás 10 escudos y por cada escudo de menos
que reciba tendrás un latigazo. No hay que decir que lo que cobres de más será
para ti-.
El joven aceptó
aunque comprendió que era una forma dolorosa de prosperar. Por la noche se fue
a los otros puentes y colgó de las empalizadas ratas vivas que espantaban a los
caballos y éstos no querían cruzarlos. En su puente bajó el impuesto abusivo
que estaba establecido, y esto animó a los carreteros a cruzarlo aunque
tuviesen que hacer un pequeño rodeo. Y como todos pasaban por su puente, empezó
a tener ganancias.
El ingenio de Otón
animó al rey a llevárselo a su palacio, pero le puso una condición:
-Tienes que
enamorar a mi hija Elvira. Me estoy haciendo viejo y quiero ver nietos que
puedan prolongar lo que yo he obtenido. Quiero que mis hijos me den nietos y al
que primero me dé nietos lo haré rey-.
Otón empezó a
cortejar a Elvira, pero ella prefería la compañía de Elías. El rey le dio una
oportunidad a su hija:
- No me importa que
te cases con Elías, pero te doy hasta el domingo para que Elías te pida en
compromiso. Por lo que el domingo está invitado a la fiesta de palacio-.
En la fiesta anual
de palacio las jóvenes casaderas tenían que preparar una merienda y el joven
que ganaba la puja tenía derecho a comerse la merienda junto a la joven y era
una forma de mostrar en público su admiración por ella. Se empezó la puja con
Elvira, la hija soltera del rey. Comenzaron a pujar muchos jóvenes, pero sólo
quedaron Otón y Elías. Este último pujaba pequeñas cantidades y con cierta
timidez. Otón, envalentonado y con el dinero que obtenía de los impuestos del
puente, ofreció una cantidad de la que ninguno de los otros jóvenes podía
disponer. Se fue a merendar con Elvira que no ocultaba su disgusto, quien sin
tapujos le dijo que a quien ella quería era a Elías. Otón, experimentado en la
vida le dijo:
- Sé que soy el
hombre que necesitas y puedo hacerte feliz, esto podría ser una opinión. Lo que
es una aseveración es que Elías nunca en
su finura se comprometerá contigo-.
En esto apareció
Elías. Y Otón enfadado se alejó de ellos. Ya casi en el bosque le asaltó Iván
con un cuchillo con amenazas de muerte porque le había quitado el amor de su
padre:
- Yo soy el único
heredero y tú vas a morir por advenedizo-.
Otón viendo los
ojos de odio de Iván lo intentó calmar. Le enseñó tres monedas de plata y se
las ofreció.
- Tengo muchas más
debajo del puente, es el dinero del anterior rey que ocultó cuando huía del
palacio. Si quieres te las doy todas a cambio de mi vida-.
Iván codicioso
aceptó el trato. Fueron a un lugar donde después de mucho escarbar sacaron un
cofre. Iván dejó que Otón se fuera y a escondidas se llevó el cofre a palacio.
Ya en palacio abrió el cofre y sólo encontró medallones de plomo. Fueron tan
grandes las lágrimas de Iván, tanta su furia y sus gritos, que el padre se
acercó a la habitación del hijo y viendo el cofre comprendió lo sucedido.
Ya en la cena de
palacio Elvira cogiendo el abrazo de Elías dijo:
- Padre, dado que
Elías no se ha atrevido a decirte ya que el respeto que te tiene puede ser
confundido con temor, te lo digo yo en nombre de los dos. Nos vamos a
comprometer-.
Pero Elías
retirando suavemente el brazo de Elvira dijo:
- Majestad, ni mi
casa ni mi madre aceptaríamos ningún compromiso que pudiese unir a estas dos
familias. Siempre he apreciado a Elvira, pero nunca como esposa-.
El rey montó en
cólera, ordenó a Elvira que se retirara a sus aposentos. Se fue al puente donde
Otón cobraba sus impuestos. No estaba el joven. Pero al llegar al centro de la
empalizada su hijo Iván había encendido los dos extremos del puente con el
anciano entre las llamas. El viejo comenzó a gritar y a suplicar a Iván. El
joven estúpido, que no dejaba de tener corazón, en un arranque de generosidad,
atravesó las llamas y salvó in extremis al padre, saltando los dos por encima
de la empalizada.
Los aldeanos al ver
el fuego empezaron a pensar en Otón que en su habitación de palacio estaba
recogiendo sus cosas para irse del reino, temeros de que como siempre le
culparan de los incendios que su padre borracho provocaba. Elvira silenciosa lo
veía empaquetar y lamentarse. En ese momento llegó ruido de la calle y el rey
apareció con su hijo en un estado deplorable. Iván se abrazó a su esposa retirándose a sus habitaciones. El rey,
Elvira y Otón estaban solos. El rey les dijo:
- Os ordeno como
rey y padre que os caséis-.
Pero Otón dijo que
no estaba dispuesto a casarse con una persona que no le quería, que tampoco él
quería hacerse rico engañando y que se iba del reino. Elvira comprendió que
aquel joven estaba dispuesto a perderlo todo por ella, que era el único que la
podía hacer feliz y accedió a casarse
con él.
El rey explicó que
el incendió del puente había sido por culpa de él que siendo el principal
acceso del reino había dado orden de iluminarlo y las antorchas se cayeron por
el viento. El rey comprendió que la fuerza no lo puede todo, empezó a escuchar
al pueblo, a los hijos y también aprendió a escuchar a los nietos.
Que pasa con nuestros comentarios?????????? había uno de Bretones, y dos mios, y han desaparecido.
ResponderEliminarNo se como pueden desaparecer, cuando ya están publicados, pues no se pueden borrar solos.
Voy a versi sale este, y espero que no se borre también.
Leo.
No se han borrado por arte de magia, ocurre que el cuento había que hacer correcciones ortográficas que hemos hecho Bretones y yo. Por lo que han desaparecido los comentarios anteriores. Vuelve a hacer los comentarios ya que no los he visto y dime que te parece este cuento.
EliminarUn abrazo y a reponerse. Recuerdos de Rosana
Estupendo blog compañeros de blogueros!! me encantan estas historias os deseo mucha suerte en esta nueva aventura ¡¡ Felicitaciones!!
EliminarMe parece muy bonito, aunque un poco largo, pues ya sabes que no soy muy buena lectora, pero el argumento está muy bien expuesto.
ResponderEliminarTe felicito por tu relato-cuento
Un abrazo
Leonor
ui... que poco entusiasmo. Se supone que es mi mejor cuento hasta ahora. Ni divertido, ni interesante, sólo una breve felicitación y "un poco largo". Intentaremos buscar un formato que pueda agradar más a la señora ¿un audio?
Eliminarun abrazo de Rosana y mío. Te queremos. Y no hagas caso al comentario es una broma, tus opiniones son muy importantes para mi.
HOLA CARLOS.:
ResponderEliminarYa he compartido el cuento en mi muro de facebook...explicando que es de un blog creado por nosotros, que también habla de LA LEYENDA DE LA TORRE BARÓ.
ESPERO QUE ALGUIEN SE DIGNE COMENTARLO.
Misión cumplida... ahora voy a compartirlo en B.M.
Un fuerte abrazo
Leonor
Ya me contarás, gracias por todo. Cuídate que pareces que vuelves a las andadas.
EliminarDos abrazos y un beso (un abrazo es mío) de Rosana y Carlos
Es un argumento completo de situaciones y tiempos. Claro que comprimido a estos límites de cuento resulta inevitablemente denso y poliédrico, pero tiene el número de personajes y de peripecias necesarios para desarrollar la idea que desea el autor. Por supuesto, es el esqueleto, el armazón, de un relato que tiene las dimensiones normales de una novela o una película de largometraje.
ResponderEliminarBIEEEEEENNNNNN!!!!!!
ResponderEliminarMi amiga Concha, de B.M. ha podido poner un comentario.
Esperemos que ya puedan comentar.
A ver, quien es el próximo... o próximos
Leo...... la insistente
Hola Carlos
ResponderEliminarSe produce un cambio de actitud en todos los personajes. Creas un trama, un rey malo que quiere descendencia. El punto de giro es la entrada en escena de Otón. Ninguno de sus hijos pone de su parte. La idea está muy bien desarrollada, el inicio es correcto se dan explicaciones, creas personajes antagonistas unos de otros. Cada personaje tiene motivaciones distintas. El final es correcto, es fácil de entender,nos interesa el desenlace, Los diálogos están muy bien incluidos, tiene su moraleja, se puede llevar al teatro. Está trabajado y no es fácil crear cuentos. Hay una división de escenas, creas, siembras para luego recoger. Saludos,de Jose , nos vemos el lunes
ResponderEliminarHola Don José, me ha gustado tu opinión. Lo he vuelto a releer y pienso que he sabido captar la trama principal de la película que está adaptada de una obra de teatro de Tenesse William. Las obras de este autor están situadas en los estados algodoneros sudistas; por lo tanto son situaciones rurales con caciques que tienen mucho frente a una mayoría que no tiene nada (sean blancos o negros). La película, creo que también la obra de teatro, tienen el mismo título. Me he centrado en los personajes centrales de la película, aunque en el fondo sólo hay tres. En la película personajes principales hay más, como es la amante del cacique, pero no tiene relevancia para la trama. Reitero gracias por el comentario. Un abrazo
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